lunes, 10 de diciembre de 2012

El humor de Luis María Pescetti

LOTrO dÍA

Lotro día hestaba pensando que siuno escriviera noimportacómo ycaduno Komo sele antojara, o antogase, másmerefiero en un poregemplo no pelar lortografía, yque, enúnporegemplo, ponerse un asento do
nde no ba, o faltarle hotro dondesí ba... sería 1 berbadero desastres.
¡Poreso combiene lortografía, ninios! ¡porke si caduno escribiece como se le antogase leeríésemos más despasio hi más lentamente que 1 vurro! Higual i nos dán un
pedaszcito para léer y noz demoráríamoz 1 montón... o 2 montón.

¡NINIOS AGANMÉN CASO! ¡RESPETEN LORTOGRAFÍA PORKE SINO NADIEN NOZ VA A KERER LEER LO QUE ESZCRIVAMOZ! ¡¡¡NIN SIQUIERAS NOZOTROS MISMOS!!!

Higual i 1 dia nosencontramoz un papelitos cualkiera i nos daria flogera lerlo y rezulta ke desia: ¡ganaste la loteria! o "te kiero, cuchi cuchi" o "te kiero, cuchi cuchi, porke ganazte la loteria" ¡i NI NOSENTERAMOZ POR KULPA NUEZTRA! Eso hera loquestava pensado lotro dia.


✿◕‿◕✿

© Luis Pescetti (Del libro Nadie te creería)

lunes, 3 de diciembre de 2012

Cuento: EL PÁJARO MÁS PEQUEÑO, de Gustavo Roldan

Algunas historias cuentan que un día Dios trabajó con un poco de barro, usando toda la habilidad que tienen las manos de Dios.
Tenía ganas de hacer algo de lo que no tuviera que arrepentirs
e. Había hecho muchas cosas pensando que eran una obra perfecta, como el hombre o las arañas, pero después sólo sirvieron para las burlas del diablo.

No era grave que el diablo se burlase, ya se sabe que del diablo se puede esperar cualquier cosa. Lo grave era que tenía razón.
-¡Añámembuí! Dijo Dios para practicar un poco de guaraní, pero sin saber muy bien lo que estaba diciendo.
-¡Ahora las cosas van a ser diferentes!
Y las manos de Dios modelaron sin apuro, hasta que apareció el pájaro más pequeño y más hermoso.
Apenas era un trozo de barro, pero el ojo de Dios ya podía ver los colores irisados en esa mezcla de verde y azul que pensaba usar para su obra maestra.
Lo puso en una rama, dio un paso hacia atrás, para mirarlo mejor, y dijo:
-¡Qué envidia le va a dar al diablo!
Casi se arrepiente por tener esa clase de pensamientos, pero ya estaba cansado de arrepentirse, y entonces se dijo:
-Si yo no voy a poder pensar como se me dé la santísima gana...
Y ahí nomás, aunque estaba feliz con su pájaro se le ocurrió otra idea.
-¿Y si le hago un pico más largo? ¿Y si le pongo un adorno blanco en la garganta?
Las manos de Dios ya estaban amasando otro pedacito de barro.
-¡Bien hecho! -les dijo a las manos. Quiero ver cómo quedan uno al lado del otro.
Los miró y le parecieron hermosos.
-¿Y uno con tonos cobrizos, para que se parezca más al sol?
No había terminado de hablar cuando ya las manos preparaban otro minúsculo trozo de barro.
Fue un poquito más grande, para ver y comparar.
Y allí estaban los tres pajaritos.
-No sé, no sé ¿Cuál será más hermoso? - dudó Dios que, como cualquiera sabe, no está acostumbrado a dudar.
No dijo nada más, pero ya sus manos preparaban otro poco de barro suavemente amasado.
Y el cuarto pajarito tuvo una larga cola roja y unos toques de rojo en las puntas de las alas.
Entonces Dios comenzó a reírse inspirado como nunca, y le dijo a sus manos:
-¿Y si le hacemos un largo pico curvo?
-¿Y si mezclamos rojo, amarillo y verde?
-¿Y una cola como la cola de la tijereta?
-¿Y otro que tenga apenas el tamaño de la uña del dedo chico?
-¿Y uno que parezca de oro?
Y fue otro y otro y otro...
Ese día las manos de Dios no descansaron. Cuando terminó, trescientos veinte picaflores estaban posados en las ramas de un árbol.
Ni siquiera en los jardines del cielo había tantos colores.
Entonces vio que en su entusiasmo por comparar había dejado a sus pájaros largas horas sin moverse.
Rápidamente sopló y les dijo:
-¡Vuelen, picaflores! ¡Vuelen colibríes! ¡Vuelen mainumbíes, pajaritos zumbones, tumiñicos, rundunes!
Y volaron trescientas veinte ráfagas.
-¡No se detengan! ¡Los tuve tanto tiempo quieto...Ahora podrán volar sin cansarse!
Las manos indicaron para adelante, para el costado o para atrás, como no puede volar nadie.
Y las manos aletearon en el mismo lugar, flotando en el aire.
Los picaflores siguieron los movimientos de las manos y se alejaron, ensayando esa danza que aumentaba el brillo de sus plumas.
Dios los miró volar, vio cómo cada uno elegía una flor diferente, probando los sabores.
Entonces sonrió, y dijo:
-¡Añamembuí! Para seguir practicando un poco de guaraní.
Y sonrió, porque estaba contento, pero especialmente pensando en la envidia que le iba a dar al diablo.

FIN ✿◕‿◕✿

(El pájaro más pequeño. Santa Fe, Argentina, Ediciones Universidad Nacional del Litoral. Colección Diente de león.)

jueves, 22 de noviembre de 2012

UN CUENTO...

EL AVISPÓN MOBUTO SALVA UNA VIDA, de Ricardo Mariño

Un lamento desgarrador recorría toda la planta de Limón:
-BUUUUUUUUUUUUUuuuuuuuuuuuuaaaaAAAAAAaaaaahhhHH.

Este triste alarido pertenecía al renombrado Tito Nicolás Ciempiés, dueño de 50 patas izquierdas y otras tantas derechas. Ese día se festejaba el casamiento de Lulo y Lula Grillo y a él, al Ciempiés, se le había metido en la cabeza –tenía una sola- que debía ir a la fiesta con 100 relucientes zapatos.

Por supuesto que no tenía ni un solo par. Ni siquiera un par de cordones, o media zapatilla vieja. “Soy el bicho más desamparado de esta planta”, se lamentaba revoleando sus cuatro ojos.

En ese momento llegó la Mariposa encargada de repartir las invitaciones. Al darle la invitación, el Ciempiés la rechazó:

-No, no voy. No quiero invitación. Me duele la cabeza, tengo que barrer el gajo Nro. 37, tengo que escribir una carta a mi primo.

Ni bien la Mariposa se fue, él volvió a lo suyo:

-¡Buaaaahhh! No tengo ni siquiera 100 zapatos para la fiesta…

El avispón Mobuto, escondido detrás de una hojita, había presenciado la terrible escena. Decidió ayudar a su amigo.

En menos de media hora el Avispón pudo reunir a todo el barrio de la planta (menos, claro, Tito Nicolás Ciempiés).

El Avispón Mobuto puso a consideración el problema de los zapatos.

-¡Qué se dibuje un zapato en cada pie y listo! –propuso una Chinche Verde muy nerviosa porque era la primera en opinar.

-Busquémosle un zapato gigante y que meta ahí todos los pies –dijo la Araña Francisca.

-Yo opino… ¿qué iba a decir…? ¡Me olvidé! –dijo un piojo. Todos rieron.

-¡Qué el Ciempiés lleve un cartel que diga “100 zapatos” –gritó alguien.

-¡No! Que diga “50 zapatos izquierdos y 50 derechos” –opinó sonriendo la Chinche (sonreía porque era la segunda vez que hablaba).

La reunión duró horas. El piojo que habló, por ejemplo, empezó la reunión siendo niño y la terminó adulto. De todas maneras, cuando faltaba poco para la hora de la fiesta, llegaron a un acuerdo.

Ni bien terminó la reunión el Avispón Mobuto voló hasta la casa de Tito Nicolás Ciempiés.

-¿Qué hacés Tito? ¿Cómo te va?

-Me duele la cabeza, tengo que barrer el gajo Nro. 37, tengo que…

-¿Te enteraste de la última? Este barrio está cada día más loco…

-…tengo que escribir una carta…

-A la fiesta hay que ir descalzo.

-…una carta a mi primo… ¿Qué?

-Que a la fiesta hay que ir descalzo.

El que no va así no entra.

-¿Descalzos?

-Sí. Dicen que es la última moda. Son locos…

-Ah…¿así que está de moda ir descalzo a las fiestas?

-Claro. Pero vos no podés ir…

-¿Cómo? Si yo tengo pies descalzos….¡Cien tengo!

-Sí. Eso sí. Pero te duele la cabeza, tenés que barrer y la carta.

-¡Pero no, querido! Si la cabeza no me duele más (dijo T.N. Ciempiés mientras empezaba a peinarse el flequillo, entusiasmado). Además que voy a barrer el gajo 37 si está limpito. Y que le voy a mandar una carta a mi primo si todavía no sabe leer, ¿sos loco vos? Vamos, vamos Mobuto, que se hace tarde.

La fiesta fue un éxito. Había migas de medialuna, miel, polen, medio durazno podrido y otros manjares. Tito Nicolás Ciempiés se sacó una foto bailando un tango con la Chinche Verde y otra foto haciendo muecas con el Avispón Mobuto. Un fiestón.


FIN ✿◕‿◕✿


MARIÑO, R (1993), “Eulato”, Cuentos del pajarito remendado, Bs. As., Colihue.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

¡BIENVENIDOS AL BLOG DE LA BIBLIO!

Compartiremos poesías cuentos, reflexiones, y mucha información...